Santanas cerca del cielo / rozando las nubes.
El habitual encuentro anual del Club Santana Ligero ha llegado este año a su séptima edición, escogiendo como privilegiado escenario para la concentración los espectaculares paisajes naturales de las Hurdes, en el extremo noroeste de la provincia de Cáceres.
El centro neurálgico del encuentro fue la localidad de Riomalo de Abajo, y en concreto el complejo vacacional del camping de la localidad, que además de zona para acampada cuenta con cabañas y un par de hostales anexos que garantizaban el acomodo de todos los participantes, independientemente de la modalidad de alojamiento escogida.
Así las cosas a lo largo del viernes 26 de abril fueron llegando los primeros participantes, desde lugares como Valencia, León, el norte de Palencia, Madrid o Mérida. Entre los vehículos participantes destacaban por número lógicamente los Santana Ligero, además de unidades del 88M, 88 civil y varios 109 – Turbo y Cazorla, etc.-. El sábado acudió también desde la cercana población de Caminomorisco un precioso 88 de la Serie II-A utilizado durante años como grúa en la comarca y que hoy en día luce totalmente restaurado en todo tipo de eventos de clásicos. Entre el resto de vehículos participantes hasta alcanzar la veintena encontramos varios Defender y Discovery, además de un Vitara y Nissan Patrol y Terrano, incluso gracias a la amabilidad de Land Rover para cubrir la concentración dispusimos de un magnífico Range Rover Evoque en su versión de gasolina Si4.
Para el sábado se había organizado para los participantes una ruta de casi medio centenar de kilómetros que iba a permitir visitar a fondo esta poco conocida comarca extremeña. El madrugón no fue demasiado duro, y entre la espera a los últimos participantes y el briefing sobre la ruta, la salida se demoró hasta bien entrada la mañana, dividiéndose la caravana en varios grupos para cumplir con las normas de circulación por caminos.
La pista arrancaba desde la puerta del mismo camping, y en un principio discurría en paralelo al río Alagón, aquí en realidad el final del gran embalse de Gabriel y Galán, haciendo la primera parada en el mirador sobre el denominado meandro del Melero. Poco después empezaba el plato fuerte de la ruta, con una fuerte subida que obligó a utilizar las reductoras para ascender vertiginosamente hasta lo alto de la sierra desde donde se ofrecían unas vistas espectaculares de buena parte de las Hurdes, continuando la subida hasta el llamado Pico de la Lenteja, desde donde se inició el descenso, también con fuertes pendientes, que llevó a los participantes hasta el valle por el que discurre la carretera EX 203, la principal vía de comunicación que atraviesa la comarca, que se tomó brevemente para inmediatamente continuar de nuevo por pista, ascendiendo otra vez a través del intrincado dédalo de pistas que como una tela de araña recorren esta montañosa comarca, para finalmente llegar al Pico Cordón, que con sus 1.145 m. de altitud es otro de los miradores privilegiados sobre toda la zona.
Eran ya las tres de la tarde, por lo que en este punto los participantes aparcaron sus Land, sacaron las mesas y sillas, y desplegaron toda una sucesión de alimentos, desde ensaladas hasta tortillas y empanadas, sin olvidar el magnífico embutido de la tierra, del que se dio buena cuenta, prolongándose la sobremesa entre interesantes tertulias bajo el tenue sol primaveral.
Pero aún quedaba un buen trecho de ruta, por lo que se continuó descendiendo de nuevo de la serranía para reencontrar el asfalto en la localidad de Nuñomoral, desde donde se continuó por carretera para visitar la pequeña localidad del Gasco, la que mejor conserva la tradicional arquitectura hurdana en muchas de sus viviendas y desde donde un paseo a través de un espectacular barranco conduce hasta la bella cascada del chorro de la Miacera, que en esta época primaveral luce sus mejores galas, con un buen caudal que se divide en diversos chorros despeñándose desde la rocosa del barranco.
Y aunque era bien avanzada la tarde, buen número de participantes no se privaron de realizar en sentido contrario parte de la ruta, en concreto la zona más complicada del principio que presentaba fuertes rampas y pendientes, por lo que ya era prácticamente de noche cuando culminó el regreso a Riomalo, donde se dio buena cuenta de la cena preparada en uno de los restaurantes de la localidad, con el tradicional sorteo de regalos aportados por los propios socios.
El domingo la jornada fue más tranquila, realizándose la asamblea anual del Club, y subiendo también a un paraje cercano para hacer la foto del grupo. Además algunos participantes regresaron hacia sus puntos de origen realizando antes la segunda ruta que había previsto la organización – en este caso de 70 Km. – y aprovechando así para conocer más profundamente la comarca de las Hurdes.
En resumen un magnífico encuentro del que todos los participantes quedaron muy satisfechos, esperando ya con ansia el del próximo año. |